Yo te miraba con los ojos muertos
y te juro que paraba el tráfico
buscando tu aliento,
tu mano temblorosa.
Yo me descorchaba para ti
en el punto exacto dónde
ya volvíamos de algo,
desconocidos esperando nada,
mi boca en tu pequeño mundo
abierto,
tú perdida en una isla,
yo varado por la noche
y en todos los bares te reconocía,
la otra parte de esta extraña
pareja,
el humo y los gin-tonics y el
segundo triste
dónde te vi volcar toda una pena.
Luego me extravié y nadie me trajo,
no te pedí clemencia,
no te borré las huellas.
Una década después
pueblo con mi semen todo el bosque.
Bebo de tus poemas
como si fueran ríos de lluvia,
te extraño en la tibia madrugada,
escucho tus silencios convertidos en
versos,
empiezo a olvidar el camino a casa.
Yo, que te cuidaba en la última luz
de la ciudad,
en la apología de los cuerpos
tristes,
en la mitad del huracán que fue mi
éxodo.
Con mi alma vertida hacia mí mismo
y todo el amor del mundo
derribándome.
Te he querido y bien lo sabes,
a veces pienso en regresar
pero ya no hay dónde,
aquel parque ya no viste nuestras
ropas,
los cantantes han callado para
siempre
y el hostal sufre sus camas
separadas.
Estoy dentro de esos años que no puedo darte,
las piedras en las manos agrietan el cartel
-veinticuatro horas
siete días a la semana-.
Madrid ya es para otros,
el Carmen, un desierto,
y todo lo demás camina en otros
rostros,
otras inquietudes, nuevas preguntas,
terrazas de verano dónde llorar
fracasos,
dónde cruzar el ártico, renegar
del tiempo
y escupirnos a la cara
qué lejos lo tuvimos
siempre.
https://www.youtube.com/watch?v=q1xldoF9Ou8
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